A la semana comencé con el tratamiento que, en este caso, se lleva acabo con una simple esponja de desmaquillar o un cordel. Primero decidí comenzar con la esponja porque me parecería menos violento para ella, pero la madre y su patas acabaron quitándolo tantas veces que decidí pasar al "Plan B": el cordel. Con cuidado y sin apretar mucho le enlacé entre sus dos patitas la pequeña tira de cordel, dejando las patas alineadas con la cadera.
Así pues, con el cordel y unas sesiones de ejercicios en sus patas todos los días, logré que la pequeña recobrara la fuerza suficientes en sus patas para poder mantenerse de pie y caminar (todavía torpemente). Por lo tanto, sus patas corrigieron esa mala postura y la periquita volvía a ser normal. El problema fue que le hizo mella en su desarollo, pues sus hermanos ya tenían un tamaño considerable cuando ella todavía era un pollito con apenas plumón. Tras recuperarse comenzó a crecer y crecer hasta convertirse en la preciosidad que es hoy.
Además y por casualidades de la vida, ella era el tipo de periquito que deseaba, mi ansiado perlado violeta cara dorada doble. Ahora, ya pasada la muda, es una hembra con un porte precioso y un carácter dócil y noble que ha conseguido enamorar a Dioniso. Espero que dure muchos años ;)
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