sábado, 14 de abril de 2012

¡Menudo susto!

Inicio esta entrada más tranquilo después de lo que me sucedió ayer con uno de mis pollos ya casi independizados. Estaba en el patio con mi sobrino pequeñajo y quiso que le enseñara los polletes. No dude, porque normalmente solía hacerlo con cuidado de que no los hicieran nada. Medio-abrí la tapa para que los viese, yo lo tenía en brazos, y en un ataque de entusiasmo quiso señalarlos con la mano, con tan mala suerte que se asustaron, empezaron a corretear y el mayor salió disparado fuera del nido.

Fue visto y no visto y a mi no me dio tiempo a reaccionar tan rápido como en alguna otra ocasión. El pollo comenzó a corretear por encima de la jaula a toda pastilla y echó a volar, en un principio parecía que caía, pero consiguió elevarse. Podía haberse estampado contra el muro, pero el muy jodío consiguió sobrepasarlo y acabo en el árbol del vecino.En ese instante pude decir varios tacos no muy agradables y mi sobrino se quedó "pokerface" :D. Fui a casa de ambos vecinos pero no logramos verlo... en ese momento me quedé hundido y pensé que no volvería a ver a esa preiosidad.

El pollo atravesó toda la zona de arizónicas hasta el árbol de hojas rojas
Antes de anochecer decidí intentarlo de nuevo. Cogí mi escalera y un cepillo, me subí y empecé a mirar y a agitar a las ramas que podía alcanzar, pero nada. Empezó a llover y tuve que abandonar la búsqueda... me sentía totalmente culpable e impotente, porque mi pájaro más preciado acababa de sentenciarse a muerte por un despiste mío. Pasé toda la noche dando vueltas a la cabeza, arrepintiéndome en todo momento, y a la vez, me entraba más impotencia al saber que estaba en ese árbol y que no era capaz de rescatarlo.


La protagonista
Hoy por la mañana seguí con mi come cocos, con el gusanillo de la culpa en el estómago y pensando que me sería complicado conseguir un ejemplar como ése. A eso de las tres y media de la tarde, salí a reponer los comederos y mi sorpresa: el pollo revoloteando en las arizónicas cercanas de la pajarera. No me lo podía creer, ¡estaba vivo! El problema era que sabía volar con "soltura" y tenía que pensar como cogerlo. Fui a por el salabre y cuando me di la vuelta lo perdí de vista de nuevo. Lo busqué y nada. Me acerqué al árbol donde se quedó ayer, miro hacia arriba y... AHÍ ESTABA, posado en una rama sin moverse. Rápidamente me subí a la escalera y cogí un cepillo con una mano y con el salabre en la otra. Sabía que no lo capturaría así, pero tenía que intentarlo. Tras mover un par de ramas con el cepillo para acercarme a él, salió de neuvo volando. Esta vez solo daba vueltas a mi patio, no quería alejarse de los suyos, y tras varias vueltas veía como su vuelo minaba y, tarde o temprano, tenía que para y no precisamente en el árbol de antes, que es donde yo me encontraba. Por suerte se posó en una rama baja del nogal que está en la pajarera. Me acerco lentamente con el salabre y ¡ZAS! Dentro! Estaba pletórico, tenía a mi pequeño de nuevo y sano. Lo metí en la jaula y rápidamente pidió comida a sus padres. Ahora está en el nido con sus tres hermanos. Un feliz final para una historia que podría haber acabado mal...

1 comentario: